viernes, 3 de julio de 2009

Algunas Reflexiones

  • El abad Macario el mayor, decía en Scitia a los hermanos: «Después de la misa en la iglesia, huid, hermanos». Y uno de ellos le preguntó: «¿Padre, dónde podremos huir más lejos de este desierto?». El abad puso su dedo en la boca y dijo: «De esto, os digo, que tenéis que huir». Y él entraba en su celda y cerrando la celda se quedaba solo.

  • Dijo el abad Macario: «Si queriendo reprender a alguno, te domina la ira, satisface tu propia pasión. Por salvar a tu prójimo, no debes perderte tu».

  • Se decía del abad Pastor que cuando le invitaban a comer iba a disgusto y contra su voluntad, para no desobedecer y contristar a sus hermanos.

  • Le contaban al abad Pastor que había un monje que no bebía vino. Y él les respondió: «El vino no convierte en absoluto a los monjes».

  • Dijo el abad Pastor: «Así como el humo expulsa a las abejas para retirar la dulce miel que han elaborado, así las comodidades corporales arrojan del alma el temor de Dios y le roban toda obra buena»

  • Se decía del abad Pior que comía caminando. Y al preguntarle uno por qué comía así, respondió que no comía como el que realiza una ocupación sino como el que realiza una cosa
    superflua. A otro que le hizo la misma pregunta le contestó: «Es para que mientras como el
    alma no experimente ningún placer corporal».

  • Decían del abad Pedro Pionita, que vivía en las Celdas, que no bebía vino. Cuando se hizo viejo, le rogaban que tomase un poco. Como no aceptaba, se lo mezclaron con agua y se lo presentaron. Y dijo: «Creedme, hijos, que lo considero un lujo». Y se condenaba a si mismo por tomar ese agua teñida de vino.

  • Se celebraron un día misas en el monte del abad Antonio, y se halló allí un poco de vino. Uno de los ancianos llenó una copita y se la llevó al abad Sisoés y éste se la bebió. Recibió una segunda copa y la bebió también. Pero cuando le trajeron la tercera, la rechazó diciendo: «Alto, hermano, ¿acaso ignoras que existe Satanás?».

  • Un día el abad Sisoés decía con parrhesia: «Créeme; hace treinta años que no ruego a Dios por mis pecados, sino que le digo en mi oración: "Señor Jesucristo, defiéndeme de mi lengua". Pero hasta ahora, caigo por causa de ella y cometo pecado».

  • Santa Sinclética dijo: «El estado que hemos elegido nos obliga a guardar la castidad más perfecta. Porque los seglares piensan que guardan castidad, pero es necedad ya que pecan con los otros sentidos, sus miradas son poco decentes y ríen desordenadamente».

  • Dijo también: «Así como las medicinas amargas alejan a los animales venenosos, el ayuno, con oración, arroja del alma los malos pensamientos».

  • El abad Sisoés decía: «Nuestra verdadera vocación es dominar la lengua».

  • El abad Hiperiquio decía: «El león es terrible para los potros salvajes. Lo mismo el monje experimentado para los pensamientos deshonestos».