miércoles, 24 de septiembre de 2008

Algunos Pensamientos

  • En resistir, pues, a las pasiones se halla la verdadera paz del corazón, y no en seguirlas.
    No hay, pues, paz en el corazón del hombre carnal, ni del que se entrega a lo exterior, sino en el que es fervoroso y espiritual.

  • El que no está dispuesto a sufrirlo todo, y a hacer la voluntad del amado, no es digno de llamarse amante.
  • Y no está sólo el aprovechamiento de la vida espiritual en tener gracia de consolación, sino en que con humildad, abnegación y paciencia lleves a bien que se te quite, de suerte que entonces, no aflojes en el cuidado de la oración, ni dejes del todo las demás buenas obras que sueles hacer ordinariamente.
  • Aún no has resistido hasta derramar sangre. Poco es lo que padeces, en comparación de lo que padecieron tantos, tan fuertemente tentados, tan gravemente atribulados, probados y ejercitados de tan diversos modos.
  • No es cosa de poca importancia ganar o perder el reino de Dios.
  • Acércate, pues, con una fe firme y sencilla, y llégate al Sacramento con suma reverencia; y todo lo que no puedes entender, encomiéndalo con seguridad al Dios todopoderoso. Dios no te engaña; el que engaña es el que se cree a sí mismo demasiadamente. Dios anda con los sencillos, se descubre a los humildes, y da entendimiento a los pequeños, alumbra a las almas puras, y esconde su gracia a los curiosos y soberbios. La razón humana es flaca, y puede engañarse; mas la fe verdadera no puede ser engañada.
  • Algunos padecen graves tentaciones al principio de su conversión, y otros al fin.
    Pero otros son molestados casi por toda su vida.
  • Si no puedes hacerte a ti cual deseas, ¿cómo quieres tener a otro a la medida de tu deseo? De buena gana queremos a los otros perfectos, y no enmendamos los propios defectos.
  • ¡Ay de nosotros? ¿Qué es nuestra vida comparada con la suya?
    Los Santos y amigos de Cristo sirvieron al Señor en hambre y en sed, en frío y desnudez, en trabajos y fatigas, en vigilias y ayunos, en oraciones y santas meditaciones, en persecuciones y muchos oprobios.
  • Los mayores Santos evitaban cuanto podían la compañía de los hombres, y elegían el vivir para Dios en su retiro.
  • Por esto, al que quiere llegar a las cosas interiores y espirituales le conviene apartarse con Jesús de la gente.