martes, 17 de junio de 2008

Reflexiones I

  • La Santidad consiste en AMAR Y SERVIR A DIOS Y AMAR Y SERVIR AL PROJIMO; o sea, la Santidad es ejercicio o vivencia de la FE, ESPERANZA Y CARIDAD hasta las últimas consecuencias.
  • "Entre santa y santo, pared de cal y canto". Y esto en la suposición de que sean santos; pero ¿Qué diremos cuando uno de los dos ya está buscando la aventura?
  • Tener ideales y sacrificarse por ellos: he ahí la grandeza del hombre. Y cuanto mas nobles los ideales y mayores los sacrificios, tanto más extraordinarios el heroísmo y la santidad.
  • El esfuerzo ascético consiste en desarraigar lo malo, podar lo superfluo y reforzar lo bueno.
  • Deseaba el padecer; lo pedía al Señor; pero, cuando llegaba, no podía aguantarlo. Santa Verónica Giuliani.
  • Como todos los amantes del mundo, hablaban de amor, de felicidad, de vivir juntos, de soñar juntos, de construir juntos…
  • "Yo he creído porque he sufrido" poeta francés F. Coppée
  • Antes, la tragedia; después, el alejamiento del palacio; y ahora el rechazo familiar… Parecía que todos los puentes se hundían bajo los pies de Margarita de Cortona; pero todos ellos no eran sino etapas o jalones de un difícil itinerario místico que llevaría a Margarita hacia las azuladas cumbres de la Santidad.
  • Se sabía hermosa y seductora, dotada de esos poderosos encantos que enloquecen los corazones masculinos.
  • Y el AMOR es SANTIDAD.
  • El hombre es una unidad. Por eso tanto el cuerpo como el alma necesitan sacrificarse para reparar.
  • En efecto, medida y clave de la Santidad es el amor de Dios y del prójimo.
  • En las manos de Don Bosco o del Padre Kolbe el dinero puede servir para grandes obras culturales y asistenciales; pero en otras manos, puede servir para el soborno, para comprar conciencias y pagar asesinos.
  • Sin embargo, la Psicología nos enseña que todo hombre necesita un signo, que lo atraiga y lo comprometa. Tanto el soldado como el maestro necesitan un uniforme o un guardapolvo que los distinga, los ubique y les recuerde su misión.
  • Lamentablemente, muchos ignorantes o presuntuosos no comprenden la Santidad de Dios que rechaza todo pecado y toda sombra de pecado; ni comprenden la malicia de todo pecado, tanto del mortal como del venial que, por ser ofensa de Dios y del prójimo, merece toda condenación y expiación.
  • Algunas veces nada grave se encuentra en nuestras almas, pero, con que halla un poco de polvillo impedirá que los rayos divinos lleguen a nosotros con toda tesura, esta son la neblina de algunas distracciones.
  • Y se vengó como se vengan las almas grandes: callando, sufriendo, y haciendo.
  • En verdad, los Santos son hombres de rica humanidad y están amasados por una desafiante y heroica originalidad.
  • El santo, justamente por ser hombre de Dios, es hermano y amigo de todos los hombres, conoce sus problemas, comparte a menudo sus miserias y a todos ofrece su solidaridad.
  • La Fe es asirse a Dios, y Dios lo puede todo. Luego, ¡siempre adelante!
  • Sólo Dios lo sabe. ¡y esto basta!
  • La Santidad del Señor exige gran pureza de conciencia y gran vigilancia sobre los propios actos.
  • La medida de la realización de uno es la medida de su amor y de su entrega a los demás.
  • Los hombres terrenales, acosados por bajezas y miserias, nos resistimos a comprender esos vuelos del espíritu.

martes, 10 de junio de 2008

Reflexiones

  • Salir de Egipto (pecado), atravesar el Desierto (penitencia), y llegar a la Tierra Prometida (santidad).

  • El principiante ha de vencer el pecado mortal, el adelantado centra su lucha contra el pecado venial, y el perfecto llega a una relativa impecabilidad (+San Ignacio, los grados de humildad, Ejercicios 164-167).

  • Sin temor alguno a las medidas radicales para alcanzar el estado de santidad, si lo fuera necesario: cambiar de domicilio, dejar de ver a alguien, renunciar a un ascenso-, y sin dramatizar los despojamientos que fueran precisos, que siempre serán una nada.

  • No adelantar, es retroceder

  • El no ir ganando es ir perdiendo...
  • El que no tiene cuidado de remediar el vaso, por un pequeño resquicio que tenga basta para que se venga a derramar todo el licor que está dentro. Y así, una imperfección basta para traer otras, y éstas otras; y así casi nunca se verá un alma que sea negligente en vencer un apetito, que no tenga otros muchos que salen de la misma flaqueza e imperfección que tiene en aquél, y así siempre van cayendo.

  • «Cuanto más el hombre se acerca a Dios, tanto más se ve pecador» (65,289).

  • «Cuanto menos obra el alma con habilidad propia va más segura, porque va más en fe»

  • Y así, todos los primeros movimientos de las potencias de las tales almas son divinos; y no hay que maravillarse de que los movimientos y operaciones de estas potencias sean divinos, pues están transformadas en ser divino» (3 S 2,9).

  • Así lo dice San Juan de Avila sencillamente: «No has de vivir, hermano, por tu seso, ni por tu voluntad, ni por tu juicio; por Espíritu de Cristo has de vivir» (Sermón 28, 478-480)

  • «El alma no se une con Dios en esta vida por el entender, ni por el gozar [de la voluntad], ni por el imaginar, ni por otro cualquier sentido, sino sólo por la fe, según el entendimiento, y por esperanza según la memoria, y por amor según la voluntad. Las cuales tres virtudes todas hacen vacío en las potencias: la fe en el entendimiento, vacío y oscuridad de entender; la esperanza hace en la memoria vacío de toda posesión; y la caridad vacío en la voluntad y desnudez de todo afecto y gozo de todo lo que no es Dios» (2 S 6,1-2; +STh I,1,8 ad 2m).