viernes, 11 de abril de 2008

Santidad Laical


Tanto los laico como los religiosos estamos llamados a la santidad y así algún día estaremos como ángeles unidos a toda la milicia santa adorando al Dios Trinidad. Ahora bien, sabemos que la vida religiosa esta perfectamente proyectada para alcanzar ese estado mas fácilmente, se podría decir de alguna manera, que no se está tan expuesto al mundo y sus placeres como lo está el laico.

Sin embargo el camino del laico hacia la santidad es realmente increíble y digno de destacar aunque pocas veces lo podamos apreciar. Ciertamente estamos acostumbrados a imaginar la vida de un laico insertado en una sociedad y su desarrollo en el núcleo familiar atormentado, corriendo sin tiempo intentando acrecentar los ingresos y hasta como a modo de “un cumplido” yendo a misa los domingos. Pero no olvidemos que hubo también muchos hombres y mujeres que en grado de heroicidad han demostrado que es posible la santidad en el mundo y desde la familia, brillantes caminos que pocos se atreven a recorrer, delicias inimaginables de la verdadera vida del hombre que ve desde lo más hondo de su interior, valientes guerreros que aprendieron a sufrir en silencio y ser negados incluso por los suyo, por los mas cercanos, por sus propias esposas/os, hijos/as porque como dice el Señor, nadie es profeta en su tierra.

En esta hermosa carrera, el que verdaderamente nos va guiando es el Espíritu Santo, El sopla sobre sus siervos cuando quiere como quiere y donde quiere ¿quienes somos nosotros para limitarlo? Cada laico sediento de santidad debería dejarse llevar por el mismo Espíritu, si nos inspirara a rezar la liturgia de las horas porque negárselo y si nos inspira a orar por la noche porque no hacerlo o si no condujera a alguna obra piadosa, quienes somos para levantar la voz y recordarle nuestra condición laical. ¿No es Él el dueño de todo y todos? ¿Acaso no puede hacer lo que quiera con sus criaturas?

Que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios.

La vida hacia la perfección cristiana en suma, no es mas que adherirse a Dios mas y más, es ir sintiendo a Jesús mas cerca de nuestras vidas, pero de verdad. Es aprender a vivir de la fe y eliminar poco a poco nuestro “YO” que nos hace creer omnipotentes, esa fe que en mucho casos ha cocinado sabrosos banquetes sin intervención humana o hizo volar a personas venciendo la gravedad, esa fe que muchas veces resucitó muertos o hizo ver a los ciegos, esa fe que traspasó paredes o continentes, esa fe que hizo que no se alterasen en lo mas mínimo aquellos santos ante los horrores mas indecibles de la historia humana, esa fe que advertía el pasado y el futuro o hacía surgir las cosas mas ocultas a la luz y que nadie salvo el involucrado sólo lo sabia. Caminos que van en contra del mundo y muchas veces de las costumbres propias de los hombres.

En suma, atrevámonos a ser distintos, a ser todo de Dios, intentemos reconciliarnos con la gracia y vivir mas a pleno la vida divina de Jesús y dejar atrás al hombre viejo. Que Dios sea realmente el centro de nuestra vida, lo único importante y que poco a poco vallamos desapareciendo para encontrarnos con aquel que colgó en un madero por vos y por mí y evitando todo pecado aprendamos a caminar con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días.

Suceda lo que suceda no peques.